Atila Pedro

Nació el 28 de junio de 1976 en Budapest. Ingresó en la familia como el hijo menor, después de dos hermanas mayores. Sus padres eligieron caminos separados desde muy joven, lo que le llevó a pasar gran parte de su infancia solo en los huertos frutales apartados de las colinas. Allí experimentó por primera vez el dulce sabor de la libertad, el amor por la naturaleza y la importancia indispensable de las amistades. Sin embargo, los años escolares fueron duros. Los marcos restrictivos de la uniformidad lo alejaban cada día más de su voz interior y de sus valores individuales. Mientras estaba sentado en el aula, soñaba con las aventuras y los viajes que con el tiempo llenarían su vida.

Entonces llegó la primera explosión de energía: el primer amor. Ese amor salvaje y devorador de la infancia lo elevó a las nubes y lo hundió en las profundidades más profundas del infierno. La única manera de escapar del dolor del corazón era a través de los viajes. No importaba lo lejos que lo llevara su viaje, siempre encontraba la mayor alegría y las respuestas más profundas en la naturaleza.

La inspiración

A medida que sus conocimientos se ampliaban, también lo hacía su necesidad de espacio y libertad. Siempre estaba en movimiento y pasó diez años viajando alrededor del mundo con una mochila, solo. Durante estos viajes, se volvió cada vez más ansioso y curioso por las grandes preguntas de la vida. En dos ocasiones se retiró a la soledad total durante siete meses: una vez en las profundidades de la jungla en Asia y otra en las laderas de Venecia con un perro. Este fue el momento del despertar espiritual, la reflexión profunda y la atención plena.

Pero la vida siempre lo llamaba a nuevas aventuras. Viajó a la isla de Hawái, donde se propuso obtener una licencia para pilotar helicóptero, pero regresó con un sueño. Ese sueño era lo que había estado buscando toda su vida.

Sin embargo, la realidad no cede fácilmente ante los sueños. Siguió un largo y difícil período para hacer realidad sus sueños. Afortunadamente, ese verano conoció al amor de su vida, que lo ha acompañado durante todo este largo camino. Once años, 9.700 horas de trabajo y tres negocios después, finalmente logró el “Gran Sueño”.

La historia de Atila Pedro

“Todos venimos del mismo lugar y vamos al mismo lugar. Mientras tanto, estamos rodeados por los mismos miedos e incertidumbres. Muchos intentan encontrarse a sí mismos a través de los ojos de los demás. Así me pasó a mí durante mucho tiempo, hasta que llegó el momento en que tuve que emprender mi propio camino.

¡Quería esto más que nada! Lo más difícil fue volver a escuchar mi voz interior después de tantas opiniones de los demás y permitirme ser yo misma. ¡Estos pensamientos y sentimientos fluyen a través de mí! A algunas personas les gusta, a otras no... pero eso no importa. Lo que importa es el amor y la felicidad que siento ahora cuando creo algo. ¡No hay mayor alegría para mí!”